pensamientos

Esta noche llueve

Contrario a lo que mucho he escuchado, las noches lluviosas como esta, lejos de relajar, me estresan. Son ruidosas, frías y tristes.

En la memoria solo tengo un par de recuerdos buenos donde no importó mojarme o sentir frío. En aquellos ayeres tenía a mi lado un cobijo tibio y unas manos fuertes apretando las mías.

Bailé, salté y reí bajo la tormenta y fui feliz. Y fui esperada en medio de la lluvia por una sonrisa amorosa que esperó mi regreso para brindar el abrazo exacto y el tierno beso que entibiaban mi alma.

Para mi mala fortuna calor como aquel no se ha vuelto a repetir, pero a decir de muchos, ese amor violento, intenso y enfermizo que nadie parecía entender fue el origen de mi desgracia.

Y heme aquí, añorando no al proveedor de tan maravillosa energía, sino a la energía misma, que en ese momento de ser tan niña, tan torpe, ilusa e ingenua, me hizo sentir viva y borró mi soledad.

Si hay algo que he aprendido a lo largo de mil análisis es que lo que a mí me hace falta, lo que me hace bien, lo que me levanta y puede curarme, es el amor.

La lluvia no cesa y tengo frío. Esta medianoche de junio será una de tantas dónde el sueño no me vence y mi mente no se apaga; una más en la que los desvaríos me harán concluir que no merezco nada, ni el amor, ni la ternura y que lo mejor para terminar con la tormenta que vive en mis adentros sería morir.

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